El cacao ya tiene su segunda D.O.C

El 31 de agosto de 2016 Perú anunció al cacao de Amazonas como su décima denominación de origen controlado – DOC -.  Un hecho extraordinario para la historia de este fruto, porque se trata de la segunda en el mundo después del Cacao de Chuao decretada en 2001.

Quince años separan a las DOC de cacao. Ciertamente, Venezuela fue  visionaria al lograr a través de este mecanismo de comercio exterior, proteger a la Hacienda Chuao, la cooperativa campesina que la maneja, su tradición, producto y a la plantación en sí misma.

En el caso de Chuao, he expresado infinidad de veces mi preocupación porque ha bajado drásticamente los volúmenes de producción, que no superan las 20 toneladas anuales. La hacienda tiene problemas de higiene agrícola, déficit en mano de obra, incluso hay diferencias de criterio entre los socios de la cooperativa.

Lo cierto, es que uno de los cacaos más renombrados, cada vez se acerca más a convertirse solo en una hermosa imagen de postal. Comunicadores, fotógrafos y turistas hacen hermosas gráficas, y no los culpo porque Chuao es un lugar mágico, pero nadie habla de los importantes problemas que atraviesa.

Mientras tanto, los peruanos logran que el cacao de Amazonas obtenga su DOC, que incluye a “1239 socios y productores de las provincias de Bagua y Utcubamba, pertenecientes a la Cooperativa Central de Productores Agrarios de Amazonas – CEPROAA -, que proyecta exportar directamente  alrededor de 250 toneladas de cacao nativo al año”, tal como lo expresa el comunicado de Instituto Nacional de Defensa de la Competencia y de la Protección de la Propiedad Intelectual –Indecopi-.

Toda DOC es una poderosa herramienta de mercadeo y los peruanos están conscientes de eso. En actualidad, son el tercer país productor con un promedio de 300 mil toneladas anuales, contra las 18 mil que produce Venezuela. Pero hay que sumarle otra consideración, gran parte de lo que producen es de alta calidad, cosa que no pasa con los venidos de África a la cabeza del mercado.

Por otra parte, Perú tiene una de las más altas rentabilidades por hectárea, que supera los 700 kg. Incluso hay proyectos específicos para reactivar grandes zonas, lo cual se traducirá en un incremento de la producción en años venideros.

La idea no es competir con Perú, pero mientras repetimos como loros que tenemos el mejor cacao del mundo, la realidad es que no cubrimos ni el 1% de mercado, teniendo un producto extraordinario y apreciado pero no estamos aprovechando.

Ni siquiera se ha aprobado, y me temo que ni considerado seriamente, la solicitud para la DOC del cacao de Rio Caribe que se hizo en 2008. Repetiré como un mantra, el cacao venezolano necesita mejores circunstancias en el campo, en las condiciones de vida y trabajo para todos los involucrados en la cadena productiva, reglas claras en ámbitos tributarios, portuarios y de transporte al internacional.

Mientras tanto, los vecinos que tienen un buen cacao, tal vez no tan extraordinario como el nuestro, hacen grandes avances en su comercialización. Porque se trata de un gran negocio, un rubro cuya demanda ha crecido de manera excepcional. Y Venezuela teniendo todas las posibilidades se lo está perdiendo.

Publicado en la columna Limones en almíbar de El Universal el 24/09/2016

Vanessa Rolfini Arteaga
Vanessa Rolfini Arteaga
Comunicadora social y cocinera venezolana dedicada al periodismo gastronómico. Egresada de la UCAB con estudios de especialización en la Universidad Complutense, de crítica gastronómica en The Foodie Studies y entrenamiento sensorial en la Escuela de Catadores de Madrid. Actualmente, redactora en Sommelier y columnista del diario Correo de Perú. Conductora de rutas gastronómicas y editora de guías. Experta catadora de chocolates.
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